Y aquella tierna semilla quiso cumplir su sueño: llegar a ser una planta. Y así creció y creció hasta convertirse en una bonita flor. No feliz con ello, ansió ser tela. Aun así, el pobre lino no se sentía realizado y suspiraba por ser vestido. Viendo que su ambición no tenía límites, recordaba con nostalgia los tiempos en que flor bella era y como luz y vida respiraba. Un buen día tuvo la idea de prestar su tela para que una flor conviviera entre sus delicados hilos. Y cuando una mujer envolvió su cuerpo con él, por primera vez en su existencia, el lino fue feliz.

TELAS

VESTIDOS