Ese era el problema, que cerraba los ojos y allí te veía, altiva, dominándolo todo,ni siquiera podía desprenderme de ti en mis sueños. Allí estabas. Presente. Enfundada en un vestido negro, ajena a las perturbaciones que me creabas, ajena a todo lo que me rodeaba. Lejana… y distante. Ni siquiera había en ti un atisbo de complicidad cuando te miraba de reojo. Yo, con miedo a que te dieras cuenta, me dejaba llevar por tu entusiasmo.

Creías que lo dominabas todo. Que eras el centro del universo, que no había nada en tí que se te escapara, que , a pesar de conocerme, no había nada en mi que me preocupara. Era otra mariposa en tu jardín.

Y yo te dejaba volar entre la hierba. Tú, agitando los brazos, intentabas alzar el vuelo. Y yo te dejaba… y miraba…pero no decía nada.

Deseaba ser brizna de hierba que rozara tus caderas, viento que acariciara tu cara, y tierra que besara tus pies.